Fantasma de buena vida (hasta pronto, Antonio Cisneros)

imagen tomada de casadelaliteratura.gob.pe

Lima de madrugada es una ciudad que se soporta. A veces pasa lo mismo en el día. Es eso del desierto, eso que te abandona, eso que se te queda, también. En un taxi, con un problema gástrico, como pareja, descansamos, tratamos de sacar fuerza para volar hacia Trujillo. Es Miraflores cuando el carro se detiene. Alguien más debe subirse y seguir el mismo camino. El carro pita, un fantasma gigante se asoma por una ventana. Mueve una mano para confirmar su existencia. En el carro esperamos. El estómago sigue reclamando lo suyo. Unos dedos prefieren nadar en medio de cabellos para calmar la lava. El fantasma abre la puerta y nos ve sobre el asiento, resistiendo. El momento se traduce en una puerta que se cierra y en un discreto «Lo siento». Recorrido y vacío. Silencio. Un perro negro sobre un prado verde por la ventana del taxi. Reponerse a la entrada del aeropuerto, para cruzarse sonrisas con el fantasma mientras las maletas se golpean y se electrifican. Perder el rumbo en el counter. Volar en el mismo avión y desconocerlo. Curarse en Trujillo. Hablar y sonreír con extraños. Cuartos de hotel. Gente que se mueve de un lado al otro en una feria de libros. Se habla de libros. La maravilla de la lectura. Valle de Chicama, Complejo Arqueológico El Brujo. Dama del Cao y retorno. Almuerzo y el fantasma se acerca con Alonso Cueto a nuestra mesa. Cueto mide 34,6 metros, el fantasma gigante es más grande. La sonrisa del fantasma es la del capitán del barco. Bebe. Nos dice que bebamos. El dolor del estómago desaparece por arte de magia y sentimos que si él bebe un pisco, nosotros también podemos hacerlo. Habla. El ánimo crece. Todo se hace más grande a su lado. Todos somos más grandes a su lado. Pregunta de dónde somos. Respondemos. Pregunta sobre poetas de aquí. Nos habla del ridículo de la monarquía que nos define. Nos escucha atentamente. Su voz es fuego artificial. Habla por quienes no hablamos. Por la noche, con el alcohol ya convertido en bandera para muchos, el fantasma dice que el pueblo lo aclama en las calles. Hace reír a otros, nosotros escuchamos los rezagos. El fantasma es vida, vida pura. La vida más viva de todos. Esa vida que parece que nosotros estamos dejando de asumir. Torre de Babel en la gran cama para descansar.

Luego muere el fantasma. Larga enfermedad. Toda la noche han viajado los pájaros desde la costa. Con nosotros está enfermo y no lo vemos. Lo vemos ahora. Fantasma gigante que desde la ventana le pide al taxi que espere, que ya baja, que ya sale, que ya se va.

Y se fue.

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