¿Qué es un país?

Esa es la pregunta que me hago. Y lo hago con la sinceridad más grande, porque es algo que no entiendo. En realidad debo hacer un gran ejercicio para tratar de obtener una respuesta razonable detrás de la necesidad de recuperar un sentido de país, como si fuese importante tener en la idea de patria una herramienta vital.

¿Un país es su líder? ¿Es la gente que sigue a ese líder? ¿Un país es el que forma la gente que está en contra de un líder? Realmente no lo entiendo. Sé que hay respuestas claras y obvias, pero prefiero huir de ellas porque son dolorosas. Toda idea que haya aparecido o se haya creado alrededor de nacionalismos o de esa extraña virtud de construir algo llamado ‘patria’ nos ha terminado doliendo. Le tengo terror cuando escucho los juegos de palabras alrededor de estos términos.

imagen tomada de librered.net

Hoy Libia se desangra desde adentro. No es como pasa en Japón (donde el agua decidió hacer lo suyo). Lo de Libia es el horror humano. Es el reino de la torpeza de las ideas, es ese paréntesis de lo obvio… sea de dónde sea. Libia es el país que está disuelto. Desde todos lados, las ideas se convierten en trampas cuando lo que se dice importar no es lo que importa. Dudar de los yunques que tenemos sobre la cabeza no puede ser considerada una labor inútil, sino imprescindible.

Libia cae en el drama del líder que la destroza, que acaba con los que no quieren seguir con él (con violencia, claro… pero ¿en serio esperaban otra cosa de un pueblo que ha vivido con Gadafi en el poder?) y que se niega a bajar la cabeza porque en algún punto la idea de país se mezcló con la idea de su sangre. Las ideas sangran, los países se parten.

Y Libia ya casi no tiene sangre por culpa de las ideas.

Pero luego llegan otras ideas, igual de violentas, que hacen de los daños colaterales una justificación ridícula. Y esos aliados que tienen permiso de la ONU para entrar y detener a Gadafi continúan desangrando lo que queda, sosteniendo que lo hacen por el bien de aquellos que sufren. Eso no es ser hipócrita, eso es creer ser los buenos.

¿Quiénes son los buenos? ¿Quiénes los malos?

imagen de Felippe Morin tomada de sharkinvestor.com

Entonces llegan las manifestaciones. Países que protestaron por las muertes y no condenaron a Gadafi. Países que lanzaron todas sus frases en contra del líder libio. Países con presidentes que inician ataques porque días atrás alguien reveló que Gadafi le dio plata para su campaña. Organismos que quieren entrar, pedir mediaciones diplomáticas porque ese es el camino. Gente que salta porque no es posible que una alianza en la que está metida USA invada otro país. Países que fabrican y venden armas… países que las compran. Países que reculan y sus intentos desesperados por recuperar algo de sentido a nivel del saco y la corbata, de las reuniones que arreglan todo. Se trata de defender lo que uno asume como correcto.

Al final somos prisioneros de nuestras ideas y no podemos, ni por más que hiciéramos el esfuerzo, despojarnos de ellas.

Y nos equivocamos en nombre del «país» que quisiéramos crear y mantener, para fundar ideales elevados que nos convierten en construcciones que nos alejan de los otros. Es más práctico, es mejor. Y mientras en Libia la gente se muere, acá peleamos por reconocer quién es mejor que el otro, qué país es el que vale y qué amigos escogemos.

Hay algo que se pierde, que se rompe y se desgasta. La patria se mantiene, el resto desaparece.

 

2 comentarios en “¿Qué es un país?

  1. Esperemos que este Paìs, Ecuador, no sea su lìder. Esperemos con la certeza que un amor puede tener ante el retorno de su parte faltante que este Paìs, mi Ecuador, sea sus ideas; originales de cada individuo fusionàndose en las diferencias y similitudes que tanto nos enriquecen. Tan sòlo esperemos.#NO

  2. He visto como salvajemente un defensa quiebra con apenas encanto la tibia y el peroné de un atacante, pero nunca a la gente armar un discurso profundo acerca de ello. ¿Por qué? Pues porque es fútbol, es un juego y la gente lo entiende. Comprende que no se puede estar exento de ciertos atropellos cuando «la pasión por el rey de los deportes» desborda en la misma cancha. Ahora esto de los países, la gente piensa que es cosa seria. Como si la democracia fuera algo diferente a dar poderes dictatoriales a alguien cada cuatro años, o la frontera fuera algo diferente a una regulación comercial distinta para darle más plata a unos y menos a otros. Lamentablemente este ‘juego’ de tener países, no es diferente al de tener sexismo, racismo o credo. Toda frontera artificial genera conflicto y a mayor separatismo y aislamiento, mayor violencia social. Mis dos fieles recomendaciones:
    1. Violence, James Gilligan. Muy buen libro.
    2. «La gente usualmente puede ver que existen defectos en la caja, tratan de parcharla, de arreglarla, pero nunca piensan que algo está mal con la caja en sí». Patología Social, Peter Joseph.

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