Canciones imprescindibles: "Tumbas de la gloria – Fito Páez"

imagen tomada de elpais.com

Para muchos Fito Páez es un artista de vaivenes: a veces la pega, a veces no. Para otros un simple y llano clon de Charly; alguien que se la da a artista, pero que no consigue llegarle a los talones a los músicos que idolatra. Para algunos, entre los que me cuento, Fito Páez es simplemente un genio de la música, cuyo nacimiento fue posible gracias a la conjunción de Beatles, Charly y Spinetta. Más que ser un tipo que les ha robado todo a ellos, es un tipo que sabe qué cosas tomar de sus experiencias (vivenciales y musicales) y transformarlas en una amalgama precisa… cuando lo consigue.

«El amor después del amor» es el disco de 1992. La canción 8 del octavo disco de su carrera es simplemente una obra maestra. Un tema que va de lo poco, de lo discreto hasta el punto de la explosión. Pero es una explosión interna. La canción no se le va de las manos, explota hacia adentro, implosiona. Algo revienta y la creatividad surge. Acordes quintos, que no se distinguen si son mayores o menores, como si fuese una canción de los Rollig Stones (esos acordes patentados por Keith Richards) y de pronto una melodía sin fín que rompe absolutamente la métrica, lo que le da ese toque de desesperación que es lo que se redime, en cierta manera. «Tumbas de la Gloria» es una canción sobre la redención.

Tumbas de la Gloria
Fito Páez

Tu amor abrió una herida
porque todo lo que te hace bien
siempre te hace mal
tu amor cambió mi vida como un rayo
para siempre, para lo que fue y será.

La bola sobre el piano, la mañana aquella
que dejamos de cantar.
Llegó la muerte un día y arrasó con todo,
todo, todo, todo un vendaval,
y fue un fuerte vendaval.

Algo de vos llega hasta mí
cae la lluvia sobre París
pero me escapé hacia otra ciudad
y no sirvió de nada,
porque todo el tiempo estabas dando vueltas
y más vueltas que pegué en la vida para tratar de reaccionar
un tango al mango revoleando la cabeza como un loco
de aquí para allá, de aquí para allá.

Después vinieron días de misterio y frío,
casi como todos los demás
lo bueno que tenemos dentro es un brillante,
es una luz que no dejaré escapar jamás.

Algo de vos llega hasta mí,
cuando era pibe tuve un jardín
pero me escapé hacia otra ciudad
y no sirvió de nada,
porque todo el tiempo estaba yo en un mismo lugar,
y bajo una misma piel y en la misma ceremonia
Yo te pido un favor, que no me dejes caer
en las tumbas de la gloria.

La verborreica declaración de agradecimiento de un hombre que ha experimentado la desesperación, se convierte en un elemento más para una historia de amor. Pero este es un gracias «push and pull», es el entendimiento perpetuo que esa relación también requiere una suerte de pertenencia. Páez se gradúa como compositor con un tema duro, complicado, difícil de digerir, pero a la vez de alma de estadios, de shows con muchas personas que consiguieron (conseguimos) sintonizarnos con esta confesión en clave de La (la versión en el disco es muy alta, en la, incluso la voz de Fito parece romperse en ciertos momentos, lo que le da un toque mayor de dramatismo a la estética del tema).

La música es simplemente impresionante. El riff que consiste en dos golpes del mismo acorde, repetido hasta el infinito; luego el paso por la línea de bajo del gran Guille Vadalá, y terminando por el break de la mitad en el que la libertad queda manifestada, el tema de Fito Páez es, sonoramente, una de esas canciones capaces de ponerte en pie de guerra.

imagen tomada de tabrock.files.wordpress.com

¿Por qué sentimos esa conexión con reflexiones personales de otros? La misma compasión que ciertos animales sienten cuando hay otro ser de su especie envuelto en dolor. «Tumbas de la gloria» es la evidencia de esos hechos, de reconocerse mínimo y capaz de recibir el más grande amor, y al mismo tiempo reconocer que eso mismo te puede dañar. La madre de Fito murió cuando él tenía 8 meses; su padre falleció cuando su carrera estaba despegando. En 1986 en un asunto tan sórdido como absurdo, un par de plomeros mataron a la abuela que lo crió, a su tía abuela y a la empleada que trabajaba en la casa. Fito sabía a esa altura de su vida lo que era el dolor y reconocía en el amor la antítesis de esa sensación, así como la puerta abierta para sentirlo.

«Tumbas…» es un pedido para no ser destrozado. Y en esa sensación que es la gloria (el amor, desde luego), hay cabida para todo.

3 comentarios en “Canciones imprescindibles: "Tumbas de la gloria – Fito Páez"

  1. Eduardo:

    Coincido contigo. Hay canciones para salvar la vida ( y también para perderla). No sé si te pasa que cuando uno transita por ciertos túneles busca, insistentemente, en el arte ( la música, digamos) un eco o un mensaje. También pasa que ese arte lo buscan a uno y le dice cosas. Me ha sucedido mucho con Sabina y también con Páez… Cohen, Beatles, hasta Amanda Miguel. La música está ahí para hablarnos con su poder casi religioso, y como toda religión, servirá para quien quiera oír.
    Un mejor año nuevo.
    Sol

  2. Fito es uno de los músicos pop que me gustan. No sólo me gusta, como bien dices, tengo la sensación de que esta diciendo todo lo que había pensado pero no podía estructurar en forma de lenguaje. De hecho, mi amado perrito se llama Fito en honor al maestro 🙂

Deja un comentario