DOS RESEÑAS

‘Eses fatales’, de Sonia Manzano

Pésimo título, no le hace justicia a la calidad de una novela que llama la atención, particularmente por la temática. El lesbianismo queda retratado con crudeza, de eso no queda duda; pero no es una crudeza evidenciada por las descripciones, ni por la connotación sexual. Las mujeres son los seres que se hacen daño y en esas traiciones mentiras y engaños surge la imagen mundana y nada romántica de la idea del amor entre mujeres.
En ese contexto, Manzano articula un texto en el que coloca la visión clásica sobre el lesbianismo y poética, con Safo a la cabeza, de frente a una naturalidad contemporánea y no hay diferencia: con adornos o no, el dolor es el mismo. Entonces, aparece la coprofagía, el elemento conductor.
Con una estructura en la que una historia abre a otra (aunque no todas se cierren o sean desarrolladas con justicia), la novela se inicia con una frase que sintetiza la anécdota: “Encontré a mi madre comiendo de sus propias heces fecales un domingo de hace ya casi un año atrás”. Ojo: no se puede escribir “hace ya casi un año atrás”, eso es caer en una terrible redundancia, ni modo que sea “hace ya casi un año después”… pero se le disculpa a Sonia Manzano.
Y al final de cuentas todas son verdugos, todas comen mierda y se obligan a comer mierda. Las mujeres de la novela, Silvia, Selene y Safo, son las ‘eses fatales’ por propia iniciativa y desazón. Desde el inicio está advertido el final del libro.
Editorial: baez.editor.es
Extensión: 156 páginas

‘Principio de caos jamás acontecido’, de Rafael Méndez Meneses

Hace tiempo que debía este análisis. En un medio poético en el cual los principales referentes son los malditos, Bukowski, o algún otro poeta que se vea llamado al servicio de los licores para encontrar el néctar del ritmo y las imágenes (imagen ridícula, lo siento), Rafael Méndez Meneses reconforta.
Con ‘Principio de caos jamás acontecido’ el amor surge. Pero no ese amor cursi que atañe a los poetas que recién empiezan, ni a las colegialas que llenan de corazones sus cuadernos (prejuicio, nuevamente lo siento), sino todo lo contrario. Este libro es un recorrido por todas las sensaciones de una relación, desde el contacto físico, sexual, la imaginación, el deseo, la estabilidad, ruptura y desenlace.
Y lo que resalta de este texto es la utilización de referencias sobre la cultura contemporánea (Star Wars, U2, Oliver Stone, entre otros), que surgen y dan un respiro a los poemas. Una posibilidad acompañada de ironía y sarcasmo: “No se aburra preciosa/ usted sabe/ que no todos los días es feria/ y no siempre podemos ser/ perfectos payasitos sincro/ simbióticos maleable predecibles” (Estática).
El principal ‘pero’ sería la extensión. Quizás con mayor capacidad crítica, Méndez hubiese tenido un poemario más redondo pensado como conjunto, quitándole algunos poemas que no dejan de ser lastre. Es un libro que deben leer, a pesar del terrible título y portada.
Editorial: Casa de la Cultura Ecuatoriana ‘Benjamín Carrión’, Núcleo del Guayas. Extensión Cultural Naranjal.
Extensión: 89 páginas.

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