Mandar a la mierda

¿Cómo se hace para escribir algo? Pues es un asunto de resistencia, en definitiva. Como mostré ayer (y me quedé pensando mucho en eso), con las palabras de Alan Pauls, en los momentos en que defines ¿distracción u obra? es cuando te llega la certeza de la escritura. Conversaba con Valentina por el chat de gmail y le decía esa realidad que había sido para mí evidente cuando me entero de la condición en mi sangre: lo mío es ser un ser que escribe. Ella se ríe, supongo, lanza una burla encantadora y me dice que me deje de torpezas, porque eso ya lo debí saber hace mucho tiempo. Quizás lo supe, pero no lo había decidido y esa es la diferencia.

Uno, en ese momento, adquiere cierta conciencia y puede imbuirse de muchas cosas. Sobre todo de una verdad que no se puede contrastar con nada. Y así es que empiezas a vestir unas ojeras que circundan tus ojos y lo haces como gozando de tus heridas de guerra, como si no hubiera nada más y eso te reconforta. Te vuelves una especie de freak de la palabra. Aprovechas esas oportunidades que proveen la oscuridad y el silencio de la noche en la que estés y sabes que ese momento es tuyo y no es de nadie más. Una soledad como constructora de elementos propios, adecuados y firmes.

Ese acto que llamo “mandar a la mierda”, como impresión precisa. No hay nada más en un instante como este, cuando te enfrentas a las hojas escritas o juegas con el teclado para crear frases. Una coherencia que se aplica en esas noches que sabes que nadie más debe compartir o entender, especialmente entre tus allegados. Ya una vez me pasó, y recién ahora puedo entender la clarividencia de Diana, mi ex esposa, cuando esa última noche juntos me dijo “Ahora puedes ser escritor”. Y sí, uno termina mandando a la mierda a mucho de lo que está a su alrededor. Y ese acto sí que se transforma en un acto libertario. No se trata de escribir en los momentos que puedas, sino de armar los momentos para llegar a ese instante. Lo demás es basura.

Es basura que la gente de la Casa de la Cultura del Ecuador, por ejemplo, grite o rechace que en la Asamblea se haya decidido que toda institución dedicada a la cultura en el país esté bajo las directrices de un Sistema Nacional de Cultural. Y que ya no hay autonomía y que eso es lo que hay que defender. Ahora que lo pienso, creo en esas autonomías como herramientas de mejor desenvolvimiento. Pero no creo en la Casa de la Cultura (desde que no me han dado mi premio por el tercer lugar en un concurso de cuento más. Y sí, lo reclamo, más que nada porque odio la gente que violenta su palabra), así que no hay problema. Algo más para decir “A la mierda”.

Y bueno, el único capricho en medio de esto es manejar tu tiempo y así decidir sobre lo que escribes. Te tomas tu tiempo y abres la ventana para escribir algo como esto, que alguien de seguro leerá con atención y otros ignorarán. A la larga quizás no importe nada de eso. Es obvio que uno escribe para que lo lean, ¿quién te lee? Al final, en el preciso segundo cuando ves las palabras creándose en el monitor, no piensas en eso. Eso que tienes en la cabeza es la situación que imaginas y que quizás debas mejorar, no todo el tiempo existe la posibilidad de crear personajes como el de aquella amiga que te dice que durante 6 años no hizo nada más que leer, que nada más importaba, ni siquiera el sexo. Y wow, no hay nada más que la imagen de ella en tu cabeza y buscas llevarla al texto. A veces escribir es una mierda que encanta, porque no te sale como quisieras.

6 comentarios en “Mandar a la mierda

  1. Las fotos, loco, son tomadas del google imágenes… Creo que para evitar más problemas empezaré a poner la fuente. Saludos

  2. Las fotos, loco, son tomadas del google imágenes… Creo que para evitar más problemas empezaré a poner la fuente. Saludos

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